Cuando la tímida Anna se traslada a la orilla del mar a vivir con sus tíos, descubre una antigua mansión rodeada por pantanos, y se encuentra con la joven y misteriosa Marnie. Las dos chicas forman instantáneamente una conexión única y una amistad que viaja por los límites entre fantasía y realidad. A medida que pasan los días, una atracción casi magnética conduce a Anna una y otra vez a la Casa Marsh. Así comienza a reconstruir la historia que envuelve a su extraña nueva amiga.
La nominada al Oscar 'El recuerdo de Marnie' es y (muy probablemente) será la última película que realice el Studio Ghibli, encargados de la producción de obras maestras indiscutibles como 'El viaje de Chihiro', 'La princesa Mononoke' o 'La tumba de las luciérnagas'. Es muy triste ver que esa maravillosa filmografía que tienen no vaya a ser ampliada, pero afortunadamente, la película encargada de poner fin a este legendario estudio de animación, es muy digna. Está dirigida por Hiromasa Yonebayashi, un director que debutó con la excelente 'Arrietty y el mundo de los diminutos'. No defrauda en esta ocasión tampoco, dejándonos una película preciosa y sensible a la que es muy difícil no caer rendido.
Como siempre en Ghibli, no es simplemente una película lo que estamos viendo, sino un estado de ánimo, una sensación, un lugar donde los sueños bonitos nunca terminan. En el caso que nos ocupa, Anna, la protagonista de 12 años está sumida en una fuerte depresión pues se siente totalmente sola en el mundo. Es admirable como se trata este tema de una forma adulta y madura, y no por ello deja de ser menos accesible para los más pequeños. 'El recuerdo de Marnie' es una película sobre la importancia del amor. Y no del amor en pareja, sino del amor familiar, de la amistad. Habla de lo que supone la soledad y de la incomprensión, pero todo ello bajo una mirada dulce e inocente, desde los ojos de una niña casi adolescente.
Yonebayashi cuenta la historia con suma sensibilidad, ofreciendo algunas de las imágenes más bellas que se han visto en mucho tiempo. Construye dos personajes femeninos entrañables, y consigue que el interés y el ritmo no decaigan nunca. La partitura de Takatsugu Muramatsu resulta un soporte esencial a la hora de crear el mundo rural y extraño al que debe acostumbrarse nuestra protagonista y esa especie de realismo mágico presente durante toda la película. Y por supuesto, técnicamente es impresionante; animación tradicional cuidada al más mínimo detalle.
Hipnótica, oscura, luminosa y lírica, todo eso se puede decir de 'El recuerdo de Marnie', una película que si bien no es de las grandes obras del estudio, es de obligado visionado para cualquier cinéfilo. Como lleva haciendo el estudio desde su comienzo en 1984, ofrece de nuevo aquí una lección de cómo se hacen bien las cosas, de cine infantil inteligente, lleno de magia y de verdad a la vez. Esta última película demuestra estar a la altura de lo que ha sido Ghibli y de lo que será siempre en nuestros corazones. Hasta siempre.
7,5/10
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